Adriana Paloma

"SE NOS OCURRE QUE LA POSIBILIDAD DE LEER UN TEXTO ES INVENTAR ALGO EN ESE VACIO. INVENTAR, ES DECIR, SUPLEMENTAR. EL TRABAJO DE LECTURA, CUALQUIERA SEA EL DE UN POEMA, EL DE UN TRATADO, SOLO EMPIEZA AHÌ DONDE SE PRODUCE ESE VACIO QUE DESCUBRE UN SUPLEMENTO. LO OTRO ES REITERACIÒN DE HÀBITOS FAMILIARES DE RECONOCIMIENTO"

viernes, 25 de diciembre de 2009

sábado, 27 de junio de 2009

MICHEL FOUCAULT (1926-1984): EL ALGODÓN DE LAS MENINAS

Severo SARDUY*



Con Michel Foucault desaparece no sólo un pensamiento, sino más bien el arte de descomponer el pensamiento, la demostración de que en él nada, absolutamente nada, es natural ni eterno. Ni siquiera la idea de verdad.

¿Quién piensa, de dónde surge lo pensado, y qué es? Para responder a esta pregunta Foucault comienza al revés: ¿sobre qué se debe pensar? Su respuesta: ante todo sobre lo más evidente, sobre eso que se nos impone como una verdad absoluta.

Su obra demuestra que precisamente lo más neto –digamos la noción de locura, la de castigo, la de deseo y hasta la de Hombre– no es eterno ni ha estado presente en todos los tiempos, sino que es un fenómeno de cultura, incluso de otra cultura: un efecto de civilización.

La continuidad histórica, por ende, es una ilusión. Lo que cuenta no es trazar un hilo desde el pasado, sino marcar rupturas diferenciadas.

Hay que buscar, pues, escarbar en nuestra cultura para saber de dónde surgen nuestras certitudes, qué otro saber las produjo o que grupo humano las inventó.

En resumen: Foucault fue un arqueólogo, alguien que escrutaba, que leía –como en una vista aérea– bajo el suelo aparentemente liso y sin texturas de nuestra lógica, la red inaparente, las vetas de nuestro saber.

El concepto de Razón, por ejemplo, nos aparece hoy como lo más indiscutible, y en función de él determinamos la capacidad de un individuo para formar parte o no del intrincado tejido social; sin embargo esa Razón hubo que forjarla, fabricarla, excluyendo a la locura, encerrándola, expulsándola fuera de la ciudad donde hasta entonces –lo que se excluía era la lepra– sobrevivía y coexistía con la lógica al uso.

Lo mismo sucede con “la buena conducta” en el sentido legal del término. A la constatación de que la prisión fracasa al tratar de reducir los crímenes, había que sustituir la hipótesis de Foucault: la prisión ha logrado producir la delincuencia y los delincuentes, que forman un medio aparentemente marginal pero controlado por ese centro supervisor que se manifiesta hasta en la construcción de las prisiones. Es el ojo que lo ve todo, ese que desde la torre central vigila y controla lo que ocurre en el interior de cada celda, hasta el sueño: el amo panóptico. El medio de la delincuencia queda determinado precisamente por el hecho de estar totalmente bajo vigilancia. Con estos análisis, Foucault no sólo elucidó un medio sino que esbozó reformas que hoy se efectúan; los jóvenes disidentes de nuestra sociedad lo siguieron, vieron en él una verdadera salida: la invención de otra moral.

Se borra así en esta arqueología de Foucault, cuyas ruinas están en lo más profundo de lo evidente, de la verdad de una época, hasta la noción de Hombre, que Foucault, por cierto, consideraba como una invención muy reciente. Y lo que es más, de esta noción Foucault anunciaba también el próximo fin.

¿Cómo era Michel Foucault? Sobre todo alegre, con una carcajada inimitable, casi siempre irónica.

Y tan ágil que, a gatas, en su apartamento, traía como un felino orgulloso de la caza, precisamente el libro buscado, en las inestables pirámides que de modo mágico aún dejaban por dónde pasar.

Llegó a escribir no sobre un buró imperio, como éste en que garabateo estas líneas póstumas, sino sobre dos planchas de madera que soportaba un urgente andamiaje.

Algo lo horrorizaba en estos últimos tiempos, y era que lo elogiaran, aun si era merecidamente, y al mismo tiempo, o con ese pretexto, atacaran a otro.

Sospecho que siempre quiso instalarse, mudarse, en California o aquí en París, a un espacio puro, de tranquilidad y de placer. Pero, cosa importante: este espacio, este lugar sin nombre, no se encontraba bajando sin freno la vertiente del hedonismo, sino al contrario, subiendo –aunque parezca paradójico– la de la moral: liberarse del yo, para llegar al dominio, como querían los griegos que él evoca en su último libro, EL USO DE LOS PLACERES, a la plena maestría de sí.

Señalo algo último, que es una vuelta de significante. En Madrid, en una comida, hace unos días, el pintor Gironella me contaba cómo había limpiado Las meninas, cómo eran ahora un cuadro luminoso y nítido. Quise conservar –y aún quiero– por puro fetichismo, un algodón de esa limpieza como el cartílago que se venera del esqueleto disperso de un santo.

Yo había pensado, ya que le debemos la lectura más penetrante de ese cuadro, enseñarle ese algodón a Michel Foucault.

Severo SARDUY* (Camagüey, 1937) escritor cubano exiliado en París. Murió de SIDA en 1993. Texto aparecido en el diario El País (27 de junio de 1984). Reimpreso en Basilio BALTASAR (ed.): NECROLÓGICAS, 20 AÑOS DE MUERTOS ILUSTRES. Ed. Bitzoc, Palma de Mallorca, 1997 pp. 47-49.

viernes, 26 de junio de 2009

Algo sobre Velázquez, Foucault, Picasso: “Las Meninas”.-


LA FAMILIA DE FELIPE IV, O “LAS MENINAS”, DIEGO VELAZQUEZ (1599-1660) Lienzo (318×276 cms). Barroco Siglo XVII . Museo Del Prado.

Michel Foucault: “Sobre Las Meninas de Velázquez”: Las Palabras y las Cosas.

El pintor contempla, el rostro ligeramente vuelto y la cabeza inclinada hacia el hombro. Fija un punto invisible, pero que nosotros los espectadores, nos podemos asignar fácilmente ya que este punto somos nosotros mismos: nuestro cuerpo, nuestro rostro, nuestros ojos. El pintor sólo dirige la mirada hacia nosotros en la medida en que nos encontramos en el lugar de su objeto. Ahora bien, exactamente enfrente de los espectadores – de nosotros mismos – sobre el muro que constituye el fondo de la pieza, el autor ha representado una serie de cuadros; y he aquí que entre todas estas telas colgadas hay una que brilla con un resplandor singular. Pero es que no se trata de un cuadro: es un espejo. Lo que se refleja en él es lo que todos los personajes de la tela están por ver, si dirigen la mirada de frente: es, pues, lo que se podría ver si la tela se prolongara hacia delante.
Sobre este fondo, a la vez cercano y sin limites, un hombre destaca su alta silueta; esta visto de perfil; en una mano sostiene el peso de una colgadura; sus pies están colocados en dos escalones diferentes; tiene una rodilla flexionada. Quizá va a entrar en el cuarto; quizá se limita a observar lo que pasa en el interior, satisfecho de ver si ser visto. Lo mismo que el espejo fija el envés de la escena. En última instancia, ¿qué hay en este lugar perfectamente inaccesible, ya que está fuera del cuadro, pero exigido por todas la líneas de su composición? ¿Cuál es el espectáculo, cuáles son los rostros que se reflejan primero en las pupilas de la infanta, después de los cortesanos y el pintor y, por último, en la lejana claridad del espejo?

Este centro es, en la anécdota, simbólicamente soberano ya que esta ocupado por el rey Felipe IV y su esposa. Pero, sobre todo, lo es por la triple función que ocupa en relación con el cuadro. En él vienen a superponerse con toda exactitud la mirada del modelo en el momento en que se pinta, la del espectador que contempla la escena y la del pintor en el momento en que compone su cuadro (no el representado, sino el que está delante de nosotros y del cual hablamos). Quizá haya, en este cuadro de Velázquez, una representación de la representación clásica y la definición del espacio que ella abre. En efecto, intenta representar todos sus elementos, con sus imágenes, las miradas a las que se ofrece, los rostros que hace visibles, los gestos que la hacen nacer. Pero allí, en esta dispersión que aquélla recoge y despliega en conjunto, se señala imperiosamente, por doquier, un vacío esencial: la desaparición necesaria de lo de lo que la fundamenta – de aquel a quien se asemeja y de aquel a cuyos no es sino semejanza. Este sujeto mismo – que es el mismo – ha sido suprimido. Y libre al fin de esta relación que la encadenaba, la representación puede darse como pura representación.

EXPLORING “LAS MENINAS”

http://www.fcen.uba.ar/museomat/expo2002/meninas/meninas.htm.

Picasso y “Las Meninas”

“Las Meninas” de Picasso.

Lectura pictórica analógica Velázquez/Picasso.

Picasso trabajó en la serie de Las Meninas desde el 17 de agosto al 30 de diciembre de 1957. Picasso no hace sólo una reinterpretación en el cuadro, hace 58 cuadros, que finalmente donó al Museo Picasso de Barcelona en 1968. Durante los primeros meses de trabajo en estos cuadros no dejó que nadie, excepto Jacqueline los viera.

Entre otras licencias hay un elemento que destaca: la disposición del cuadro, Picasso opta por un formato horizontal, en lugar del vertical que uso Velázquez, este formato es más narrativo, se ve así obligado a extender la imagen, bajar los techos y destacar la figura del pintor casi gigantesco. Para intensificar la sensación espacial y crear un recinto cúbico ha extendido la pared de la derecha destacando los ventanales como había hecho Velázquez. Ha creado una construcción donde lo que importa es la relación espacio, en este caso del estudio y los personajes.

Lectura pictórica simultánea Velázquez /Picasso.
http://www.terra.es/personal/asg00003/picasso/meninas.html

miércoles, 24 de junio de 2009

Michel Foucault- ¿QUÉ ES UN AUTOR?



1

Creo que el siglo XIX en Europa produjo un tipo de autor singular que no debe ser confundido con los "grandes" autores literarios, o los autores de textos religiosos canónicos y los fundadores de las ciencias. De manera algo arbitraria, podríamos llamarlos "iniciadores de prácticas discursivas".

La contribución distintiva de estos autores es que produjeron no sólo su propia obra, sino también la posibilidad y las reglas de formación de otros textos. En este sentido, su rol difiere completamente de aquel novelista, por ejemplo, quien, básicamente, nunca es más que el autor de su propio texto. Freud no es simplemente el autor de La interpretación de los sueños o de El chiste y su Relación con lo Inconsciente,y Marx no es simplemente el autor del Manifiesto Comunista o El Capital: ambos establecieron la infinita posibilidad del discurso.

Obviamente, puede hacerse una fácil objeción. El autor de una novela puede ser responsable de algo más que su propio texto; si él adquiere alguna "importancia" en el mundo literario, su influencia puede tener ramificaciones significativas. Para tomar un ejemplo muy simple, podría decirse que Ann Radclife no escribió simplemente Los Misterios de Udolfo y algunas otras novelas, sino que también hizo posible la aparición de Romances Góticos a comienzos del siglo XIX. En esta medida, su función como autora excede los límites de su obra.

Sin embargo, esta objeción puede ser refutada por el hecho de que las posibilidades reveladas por los iniciadores de prácticas discursivas (usando los ejemplos de Marx y Freud, quienes, creo, son los primeros y los más importantes) son significativamente diferentes de aquellas sugeridas por los novelistas. Las novelas de Ann Radclife pusieron en circulación un cierto número de semejanzas y analogías pautadas en su obra, varios signos, figuras, relaciones y estructuras que podían ser integradas a otros libros. En pocas palabras, decir que Ann Radclife creó el Romance Gótico significa que hay ciertos elementos comunes a sus obras y al romance gótico del siglo XIX: la heroína arruinada por su propia inocencia, la fortaleza secreta que funciona como ciudad paralela, el héroe proscrito que jura venganza al mundo que lo ha excomulgado, etc.

Por otro lado, Marx y Freud, como "iniciadores de prácticas discursivas", no sólo hicieron posible un cierto número de analogías que podían ser adoptadas por textos futuros, sino que también, y con igual importancia, hicieron posible un cierto número de diferencias. Abrieron un espacio para la introducción de elementos ajenos a ellos, los que, sin embargo permanecen dentro del campo del discurso que ellos iniciaron.

¿No es éste el caso, sin embargo, del fundador de cualquier ciencia nueva o de cualquier autor que exitosamente transforma una ciencia existente? Después de todo, Galileo es indirectamente responsable de los textos de aquellos quienes mecánicamente aplicaron las leyes que él formuló; además de haber preparado el terreno para la producción de afirmaciones muy diferentes a las suyas.

Superficialmente entonces, la iniciación de prácticas discursivas parece similar a la fundación de cualquier empresa científica, pero creo que hay una diferencia fundamental.

2

En un programa científico, el acto fundacional se encuentra en pie de igualdad con sus futuras transformaciones: es meramente una entre las muchas que hace posible. Esta interdependencia puede adoptar distintas formas. En el desarrollo futuro de una ciencia, el acto fundacional puede parecer poco más que una única instancia de un fenómeno más general que ha sido descubierto. Podría ser cuestionado, en forma retrospectiva, por ser demasiado intuitivo o empírico, y sometido a los rigores de nuevas operaciones teóricas, a los efectos de situarlos en un ámbito formal.

Finalmente, podría considerarse una generalización precipitada cuya validez debería ser restringida. En otras palabras, el acto fundacional de una ciencia puede ser siempre recanalizado a través de la maquinaria de transformaciones que ha instituido.

Por otro lado, la iniciación de una práctica discursiva es heterogénea con respecto a sus transformaciones ulteriores.

Ampliar la práctica sicoanalítica, tal como fuera iniciada por Freud, no es conjeturar una generalidad formal no puesta de manifiesto en su comienzo; es explorar un número de ampliaciones posibles. Limitarla es aislar en los textos originales un pequeño grupo de proposiciones o afirmaciones a las que se les reconoce un valor inaugural y que revelan a otros conceptos o teorías freudianas como derivados. Finalmente, no hay afirmaciones "falsas" en la obra de estos iniciadores; aquellas afirmaciones consideradas inesenciales o "prehistóricas", por estar asociadas con otro discurso, son simplemente ignoradas en favor de los aspectos más pertinentes de su obra.

La iniciación de una práctica discursiva, a diferencia de la fundación de una ciencia, eclipsa y está necesariamente desligada de sus desarrollos y transformaciones posteriores. En consecuencia, definimos la validez teórica de una afirmación con respecto a la obra del iniciador, mientras que en el caso de Galileo o Newton, está basada en las normas estructurales e intrínsecas establecidas en Cosmología o Física. Dicho esquemáticamente, la obra de estos iniciadores no está situada en relación con la ciencia o en el espacio que ésta define; más bien, es la ciencia o la práctica discursiva que se relaciona con sus obras como los puntos primarios de referencia.

3

De acuerdo con esta definición, podemos entender por qué es inevitable que los practicantes de tales discursos deban "regresar al origen". Aquí, además, es necesario distinguir el "regreso" de los "redescubrimientos" o las "reactivaciones científicas". "Redescubrimientos" son los efectos de la analogía o el isomorfismo con formas actuales del conocimiento que permiten la percepción de figuras olvidadas u ocultas. "Reactivación" se refiere a algo muy diferente: la inserción del discurso en ámbitos totalmente nuevos de generalización, práctica y transformaciones.

La frase "regresar a", designa un movimiento con su propia especificidad, que caracteriza a la iniciación de prácticas discursivas. Si regresamos, es debido a una omisión básica y constructiva, una omisión que no es el resultado de un accidente o incomprensión.

En efecto, el acto de iniciación es tal, en su esencia, que está inevitablemente sujeto a sus propias deformaciones; aquello que expone este acto y deriva de él es, al mismo tiempo, la raíz de sus divergencias y parodias. Esta omisión deliberada debe estar regulada por operaciones precisas que pueden ser situadas, analizadas y reducidas a un regreso al acto de iniciación.

La barrera impuesta por la omisión no fue agregada desde el exterior; se origina en la práctica discursiva en cuestión, la que le aporta su ley. Tanto la causa de la barrera como el medio para su remoción -esta omisión- (también responsable de los obstáculos que impiden regresar al acto de iniciación) sólo pueden ser resueltos por medio de un regreso. Además, se trata siempre de un regreso al texto en sí mismo, específicamente, a un texto primario y sin ornamentos, prestando particular atención a aquellas cosas registradas en los intersticios del texto, sus espacios en blanco y sus ausencias. Regresamos a aquellos espacios vacíos que han estado cubiertos por omisión u ocultos en una plenitud falsa y engañosa.

En estos redescubrimientos de una carencia esencial, encontramos la oscilación de dos respuestas características: "Esta observación ha sido hecha, no puede evitar verla si sabe leer", o a la inversa, "No, esa observación no está hecha en ninguna de las palabras impresas en el texto, pero está expresada a través de las palabras, en sus relaciones y en la distancia que las separa". De ello resulta naturalmente que este regreso, que es una parte del mecanismo discursivo, introduce modificaciones constantemente y que el regreso a un texto no es un suplemento histórico que se adheriría a la discursividad primaria y la redoblaría bajo la forma de un ornamento que después de todo, no es esencial. Es más bien un medio efectivo y necesario para transformar la práctica discursiva.

Un estudio de las obras de Galileo podría alterar nuestro conocimiento de la historia, pero no de la ciencia de la mecánica, mientras que un reexamen de los libros de Freud o Marx puede transformar nuestra interpretación del psicoanálisis o del marxismo.

Una última característica de estos regresos es que tienden a reforzar el vínculo enigmático entre un autor y sus obras. Un texto tiene un valor inaugural precisamente porque es la obra de un autor particular y nuestros regresos están condicionados por este conocimiento. El redescubrimiento de un texto desconocido de Newton o Cantor no modificará la cosmología clásica o la teoría de grupos; a lo sumo, cambiará nuestra apreciación de sus génesis históricas. Sin embargo, sacar a la luz Esquema del Psicoanálisis, a tal punto que lo reconozcamos como un libro de Freud, puede transformar no sólo nuestro conocimiento histórico sino también el campo de la teoría sicoanalítica, ya sea solamente a través de un cambio en la focalización o a nivel medular. Estos regresos, componentes importantes de las prácticas discursivas, construyen una relación entre autores "fundamentales" y mediatos, que no es idéntica a aquella que liga un texto ordinario a su autor inmediato.

4

Desafortunadamente, hay una decidida ausencia de proposiciones positivas en este ensayo ya que se refiere a procedimientos analíticos o directivas para investigaciones futuras, pero debo al menos dar las razones por las cuales atribuyo tanta importancia a la continuación de este trabajo. Desarrollar un análisis similar podría proveer la base para una tipología del discurso. Una tipología de esta clase no puede ser entendida adecuadamente en relación con los rasgos gramaticales, las estructuras formales y los objetos del discurso ya que indudablemente existen propiedades discursivas específicas o relaciones que son irreductibles a las reglas de la gramática y de la lógica y a las leyes que gobiernan los objetos.

Estas propiedades requieren investigación si esperamos distinguir las grandes categorías del discurso. Las diferentes formas de relaciones (o la ausencia de éstas) que un autor puede asumir son evidentemente una de estas propiedades discursivas.

Esta forma de investigación podría también permitir la introducción de un análisis histórico del discurso. tal vez ha llegado la hora de estudiar no sólo el valor expresivo y las transformaciones formales del discurso sino su modo de existencia: las modificaciones y variaciones, dentro de cualquier cultura, de los modos de circulación, valorización, atribución y apropiación. En parte a expensas de los temas y conceptos que un autor ubica en su obra, el "autor-función" podría también revelar la manera en que el discurso es articulado sobre la base de las relaciones sociales.

¿No es posible reexaminar, como una extensión legítima de este tipo de análisis, los privilegios del sujeto? Claramente, al emprender un análisis interno y arquitectónico de una obra (tanto sea un texto literario, un sistema filosófico o un trabajo científico) y al delimitar referencias sicológicas y biográficas, surgen sospechas concernientes a la naturaleza absoluta y al rol creativo del sujeto. Pero el sujeto no debería ser abandonado por completo. Debería ser reconsiderado, no para reestablecer el tema de un sujeto originador, sino para captar sus funciones, su intervención en el discurso y su sistema de dependencias.

Deberíamos suspender las preguntas típicas: ¿cómo un sujeto aislado penetra la densidad de las cosas y las dota de significado? ¿Cómo cumple su propósito dando vida a las reglas del discurso desde el interior?

Más bien, deberíamos preguntar: ¿bajo qué condiciones y a través de qué formas puede una entidad como el sujeto aparecer en el orden del discurso? ¿Qué posición ocupa? ¿Qué funciones exhibe? y ¿qué reglas sigue en cada tipo de discurso? En pocas palabras, el sujeto (y sus sustitutos) debe ser despojado de su rol creativo y analizado como una función, compleja y variable.

El autor, o lo que he llamado "autor-función", es indudablemente sólo una de las posibles especificaciones del sujeto y, considerando transformaciones históricas pasadas, parece ser que la forma, la complejidad, e incluso la existencia de esta función, se encuentran muy lejos de ser inmutables. Podemos imaginar fácilmente una cultura donde el discurso circulase sin necesidad alguna de su autor. Los discursos, cualquiera sea su status, forma o valor, e independientemente de nuestra manera de manejarlos, se desarrollarían en un generalizado anonimato.

No más repeticiones agotadoras. "¿Quién es el verdadero autor?" "¿Tenemos pruebas de su autenticidad y originalidad?" "¿Qué ha revelado de su más profundo ser a través de su lenguaje?". Nuevas preguntas serán escuchadas: "¿Cuáles son los modos de existencia de este discurso?" "¿De dónde proviene? ¿Cómo se lo hace circular? ¿Quién lo controla?" "¿Qué ubicaciones están determinadas para los posibles sujetos?" "¿Quién puede cumplir estas diversas funciones del sujeto?". Detrás de todas estas preguntas escucharíamos poco más que el murmullo de indiferencia: "¿Qué importa quién está hablando?"

(1969)

martes, 23 de junio de 2009

ESBOZO DE UNA LECTURA POSIBLE ACERCA DE MICHEL FOUCAULT


Adriana Paloma

(Cátedra Epistemología. Facultad de Psicología. U.N.R)

Es indudable que en Mayo de 1968, un día de ese mes algo sucedió en Francia. Fue una ruptura, por primera vez la filosofía despegaba de su tierra natal; la Institución, el pensamiento por primera vez trataba de nomadizarse, es decir, trataba de abandonar sus códigos establecidos (como sistemas, dialécticas, etc.); quizá por primera vez la calle unía la filosofïa con la política.

Se borró la omnipotencia del Logos, la palabra se liberó porque cada quien se apoderó del derecho al discurso. Donde todo se vuelve palabra, el lenguaje se reinventaba sin cesar sin reglas de uso o de comprensión, sin gramática, sin sintaxis, sin códigos y sin valores. Desorden de la comunicación, durante algunos días las redes del poder quedaron interferidas: los flujos de transmisión, se perdían, se invertían, se modificaban, eran subvertidos. Por lo tanto, el Logos murió como poder; lo cual no podía dejar de producir efectos inmediatos en la filosofía. Michel Foucault fue uno de los pensadores de entonces que unía la filosofía con la política, fue uno de los primeros en leer en profundidad la historia de ciertas instancias represivas del Estado. Por esta brecha, penetra en lo nodal, es decir una vez más el juego del poder. Dirá Foucault: ” Desde 1820, se observa a la prisión, lejos de transformar a los criminales en gente honrada, tan sólo sirve para fabricar nuevos criminales, o a hundir aún a los criminales en la criminalidad. Fue entonces cuando se produjo como siempre en el mecanismo del poder, una utilización estratégica de lo que era un inconveniente. La prisión fabrica delincuentes pero los delincuentes resultan a fin de cuentas útiles, tanto en el ámbito económico como en el ámbito político”.

“Divina comedia de los castigos: es un derecho elemental estar fascinado hasta el ataque de risa ante tantas invenciones perversas, tantos discursos cínicos, tantos horrores minuciosos. Desde los aparatos antimasturbatorios para niños hasta los mecanismos de las prisiones para adultos, toda una cadena se despliega que suscita risas inesperadas, mientras que la vergüenza el sufrimiento o la muerte no las hagan callar. Los verdugos raramente ríen, o su risa es de otro tipo Valles ya invocaba una alegría en el horror característica de los revolucionarios, que se oponía a la horrible alegría de los verdugos. Basta con que el odio esté lo suficientemente vivo para que de él se pueda sacar algo, una gran alegría, no ambivalente, no la ALEGRÍA de odiar, sino la DE DESTRUIR LO QUE MUTILA LA VIDA”.

Gilles Deleuze

Foucault es un gran escritor que pone alegría en lo que esribe es lo que señala Deleuze al referirse al libro Vigilar y Castigar en el cual el júbilo se confunde con el esplendor del estilo y la política del contenido.

En esta obra el autor describe la arquitectura de la prisión, el Panóptico, como una forma luminosa que baña las células periféricas y deja la torre central opaca, distribuyendo a los presos, que son vistos sin que vean, y al observador cualquiera, que lo ve todo sin ser visto.

Define el Panóptico por la pura función de imponer una tarea o una conducta cualquiera a una multiplicidad de individuos cualquiera, bajo la única condición de que la multiplicidad sea poco numerosa y el espacio delimitado poco extenso. Porque no se tiene, pues, en cuenta ni las formas que proporcionan fines y medios a la función de educar, cuidar, castigar, hacer producir; ni las sustancias formadas que son el objeto de la función “presos, enfermos, escolares, locos, obreros, soldados ...”

En efecto, el Panóptico, a fines del siglo XVIII, atraviesa todas las formas y se aplica a todas esas sustancias; en ese sentido es que una categoría de poder, una pura función disciplinaria. Michel Foucault lo denomina diagrama.

¿Podemos hablar entonces de un “Panóptico Facultad de Psicología?, por lo dicho anteriormente creemos que sí. Pues, ¿Debe sorprendernos que la prisión se parezcan a las fábricas, a las escuelas, a los cuarteles, a los hospitales, que todos ellos se parezcan a las prisiones?.

“La infamia es una pena perfecta ya que es la reacción

inmediata y espontánea de la sociedad misma, varía en cada

sociedad,(...) alcanza solamente al culpable. Es por lo tanto

una pena que se ajusta al crimen sin necesidad de un código,

sin tener que ser aplicada por un tribunal, sin riesgo de ser

instrumentalizada por un poder político”.

Foucault

¿ Cómo define el autor de Las Redes del Poder el “ver” y el “hablar” de tal forma que constituyan una nueva comprensión del Saber? El poder considerado abstractamente, ni ve ni habla, es un topo que sólo se puede reconocer por su red de galerías, por su hierba múltiple: ” se ejerce a partir de innumerables puntos”, “viene de abajo”. Precisamente porque ni ve ni habla, hace ver y hablar. Porque “(...) no existe un Poder, sino varios poderes. Poderes, quiere decir, forma de dominación, formas de sujección que operan localmente(...)”1

Resulta pertinente preguntarnos: ¿Cómo se presenta el proyecto foulcaultiano relativo “ a la vida de los hombres infames ” ? Gilles Deleuze en su libro Foucault afirma: “No se trata de hombres célebres que ya disponían de la palabra y de la luz, y que se han distinguido en el mal. Se trata de existencias criminales, pero oscuras y mudas, que sólo al encontrarse con el poder, al enfrentarse a él, salen a la luz y hablan durante un instante. Diríase incluso que si bajo el saber no existe una experiencia originaria libre y salvaje, como desearía la fenomenología, es porque el Ver y el Hablar siempre están ya totalmente inmersos en relaciones de poder que ellos suponen y actualizan”.2

A modo de síntesis señalamos algunas cuestiones nodales del proyecto foucaultiano:

1. Una de sus preocupaciones fundamentales es denunciar lagunas de los estudios históricos.

2. Determina en la historia de la represión un momento central: el paso del castigo a la vigilancia. Es decir, el momento en que resultó evidente, según la economía del poder que es más eficaz y más rentable vigilar que castigar.

3. Muestra que a partir del momento en que la prisión se constituyó en su forma de vigilancia, segregó su propio alimento, o sea la delincuencia. La prisión debía ser instrumento tan perfeccionado como la escuela, el cuartel o el hospital, e influir con precisión en los individuos.

4. Muestra que las principales víctimas de la delincuencia eran las clases pobres.

5. Observa que el trabajo penal tiene la característica de no servir para nada.

6. Señala que hoy igual que en el siglo XVIII, es un fenómeno notable, se vuelve a pasar del plano de la delincuencia al plano de la infracción, del ilegalismo. Se acepta cada vez más ciertas formas de ilegalismo, de irregularidades.

7. Establece la relación entre la técnica y represión penal y médica. Muestra que el sistema médico fue siempre auxiliar del sistema penal y médico. Muestra que el sistema médico fue siempre auxiliar del sistema penal, aun hoy día cuando el psiquíatra colabora con el juez, el tribunal, la prisión.

8. El discurso es como cualquier cosa, Objeto de una lucha de poder.

9. En definitiva: el discurso criminológico sólo sirve para dar una apariencia de buena conciencia a los jueces, o más bien es indispensable para permitir juzgar.

10. Sostiene la hipótesis de que la voluntad de verdad nunca es inocente, de que es un instrumento más en la disciplina del saber. El ideal científico, el ideal policíaco.

Según Bernard-Henri Levy en su escrito “El sistema de Foucault” puntualiza: “Foucault realiza esa proeza de ser a la vez uno de los pocos filósofos militantes de este tiempo, y uno de los pocos en haber sabido producir la teoría de su militantismo. Uno de los pocos en bajar efectivamente a la arena, él que fundó el G:I:P: (Groupe d’Intervention Psychiatrique) y sostuvo durante un tiempo a “Liberation” y al mismo tiempo el único en encontrar en un sistema, su “caja de herramientas” teóricas, con que legitimar la forma de su compromiso. Un ejemplo: es porque reconoce en teoría la forma constelada del poder, que se justifica en la práctica, una política de la puntualidad. Otro: es porque ya no imagina unidad del cuerpo social más que en forma de red, que halla su razón de ser, en la práctica, la idea de coordinación transversal, sin aparato y sin centro reductor. Otro, por último, quizás el más claro: en la práctica servir de relevo al otro, la palabra filosófica no tiene por qué articularse con la “práctica de masas”, sino reconducirla y prolongarla: el filósofo habla y, por ese hecho mismo, altera el orden del mundo”.3

BIBLIOGRAFIA CONSULTADA:

1. GRISONI, Dominique. Políticas de la Filosofía. Breviarios. Fondo de Cultura Económica. México, 1982.

2. FOUCAULT, Michel. Las redes del poder. Editorial Almagesto. Buenos Aires, 1991.

3. FOUCAULT, Michel. Vigilar y Castigar. Siglo XXI Editores. Primera reimpresión argentina, 1989.

4. FOUCAULT, Michel. La vida de los hombres infames. Ensayos sobre desviación y dominación. Las Ediciones de la Piqueta. Madrid, 1990.

5. DELEUZE, Gilles. Foucault. Les Editions de Minuit, París, 1986.



1 FOUCAULT, Michel. Las redes del poder. Editorial Almagesto. Buenos Aires, 1991.

2 DELEUZE, Gilles. Foucault. Les Editions de Minuit, Paris, 1986. Pág.126. El subrayado es nuestro.

3 HENRI LEVY, BERNARD. El Sistema de Foucault. Texto publicado en Junio de 1975 en Le, Magazine Littéraire, N° 101.

Biografía de Michel Foucault

















Filósofo y también historiador, Michel Foucault fué sin duda durante los años sesenta una de las figuras más importantes e influyentes del ambiente cultural francés . Nunca quiso expresamente ser un historiador de los ideales ni de las ciencias en el sentido clásico de estos términos. La única denominación que admitía era la de arqueólogo, aquello que da cuenta de forma más profunda de la cultura.

Introducirse en esta forma de reflexión, en este modo de hacer filosofía, es una experiencia muy enriquecedora. Se está en presencia de un pensamiento envolvente, no se puede salir ileso del choque que representa encontrarse con las obras de Michel Foucault. El tiene clara conciencia de eso, lo sabe y lo dice, lo advierte, esto no es simplemente un pensamiento, una doctrina, es un modo de colocarse en la vida, ante la historia, ante todas las realidades que nos rodean.
Una muestra de ello y en referencia a su concepción de la Genealogía, se puede observar en su texto ?Nietzche la Genealogía la História? de (Microfísica del Poder) : "el mundo que conocemos no es esta figura simple en suma, en la que todos los sucesos se han borrado para que acentúen poco a poco los rasgos esenciales, el sentido final, el valor primero y último; es por el contrario una miríada de sucesos entrecruzados (...) Creemos que nuestro presente se apoya sobre intenciones profundas, necesidades estables; pedimos a los historiadores que nos convenzan de ello. Pero el verdadero sentido histórico reconoce que vivimos, sin referencias ni coordenadas originarias, en miríadas de sucesos perdidos"

Nace en Poitiers, Francia el 15 de octubre de 1926. Su padre era médico así como gran parte de sus antepasados de apellido Foucault, motivación que lo lleva a buscar ingresar en la Escuela Normal Superior en el año 1945 no consiguiéndolo. Por ese motivo comienza a estudiar en el Liceo, donde conoce al filósofo Jean Hyppolite, a partir de 1946 ingresa en la Escuela Normal Superior. Obtiene su licenciatura en Filosofía en la Sorbona, teniendo entre otros a Merlau-Ponty como profesor. Durante ese período conoce a Pierre Bordieu y Jean Paul Sartre entre otros.

En 1949, Foucault termina la carrera de Psicología y recibe su diploma en Estudios Superiores de Filosofía, presentando una tesis sobre Hegel, con la supervisión de Hyppolite.

En el año 1950 entra en el partido comunista, permaneciendo poco tiempo al producirse intromisiones del partido en su vida personal así como en la de Althusser. Esta época es muy conflictiva para Foucault, pasando momentos de gran angustia que lo llevan a tentativas de suicidio.

Durante el año 1951 es profesor de Psicología en la Escuela Normal Superior, siendo su alumno entre otros Derrida. En ese mismo año ingresa al Hospital Psiquiátrico de Saint Anne donde trabajará. Además se dedica al estudio de distintas manifestaciones artísticas entre ellas el surrealismo, estudio que continuará durante 1952 y 1953.
Aproximadamente en esa época participa de un Seminario de Jacques Lacan.
Y personajes como Maurice Blanchot y George Bataille, lo aproximan de Nietzche.

Mientras enseñaba en la universidad de Upsala en Suecia, Foucault escribió Locura y Civilización: Una historia de la locura en la edad de la Razón (1961)

Durante 1954 publica ?Enfermedad Mental y Psicología?, ?Historia de la Locura en la Edad Clásica? en el año 1961 siendo esta obra la que utiliza para su tesis de doctorado en la Sorbona. Este libro analiza las practicas médicas durante los Siglos XVII y XVII. Posteriormente publica ?El Nacimiento de la Clínica?. En el 66 ?Las Palabras y las cosas? y en el 69 ?La Arqueología del Saber?. Recibe su diploma en Psicología Experimental y se dedica al estudio de Freud, Lacan, Piaget etc. Siendo esta tal vez fue su fase más productiva como teórico en el sentido académico, fase que se extiende hasta el año 1970.
En el año 1971 asume a cátedra que pertenecía a Jean Hyppolite de Historia de los Sistemas de Pensamiento y la clase inaugural fue con ?El Orden del Discurso?.
En el 75 publica Vigilar y Castigar.

Foucault al concluir el discurso en 1983, un año antes de su muerte, en homenaje a Emmanuel Kant titulado "¿Qué es la ilustración?" afirma que "una ontología de la actualidad (del presente) es una forma de filosofía que desde Hegel a la escuela de Frankfurt, pasando por Nietzsche y Max Weber, ha fundado una forma de reflexión en la que intento trabajar".

No consigue acabar uno de sus más ambiciosos proyectos ?Historia de la Sexualidad? en el año 1976 publica el primero de los seis volúmenes proyectados ?La Voluntad de Saber? que no es bien acogido por las críticas Durante 1984 poco tiempo antes de morir, publica dos volúmenes más después de ocho años de silencio, ?El Uso de los Placeres ? y ?El Cuidado de Sí?. Muere el día 25 Junio de 1984, por complicaciones provocadas por el SIDA, que se complica con una septicemia, provocando su muerte.

Discutido y estudiado en varias áreas del saber, Foucault se muestra como un intelectual interesado en el presente que le tocó vivir. Crítica el proyecto de las ciencias humanas modernas demostrando que sus demandas de objetividad son imposibles en un dominio en el cual la verdad en sí misma siempre sea una construcción divagadora. Cualquier período histórico dado comparte las formaciones inconscientes que definen la manera apropiada de pensar la verdad. Su crítica se extiende a los conceptos que intentan explicar la sexualidad y los comportamientos normativos, demostrando cómo el genero heterosexual es un fenómeno moderno.

Michel Foucault describe su propio papel como intelectual nos dice que ?consiste en enseñar a la gente que son mucho más libres de lo que se sienten, que la gente acepta como verdad, como evidencia, algunos temas que han sido construidos durante cierto momento de la historia y que esa pretendida evidencia puede ser criticada y destruida. Cambiar algo en el espíritu de la gente, ese es el papel del intelectual?.(Tecnologías del yo; verdad, individuo y poder.)

El concepto de poder en Foucault
Aquiles Chiu Amparan

Es importante acuñar una noción de poder que no haga exclusiva referencia al gubernativo, sino que contenga la multiplicidad de poderes que se ejercen en la esfera social, los cuales se pueden definir como poder social. En La verdad y las formas jurídicas, Foucault es más claro que en otros textos en su definición del poder; habla del subpoder, de "una trama de poder microscópico, capilar", que no es el poder político ni los aparatos de Estado ni el de una clase privilegiada, sino el conjunto de pequeños poderes e instituciones situadas en un nivel más bajo. No existe un poder; en la sociedad se dan múltiples relaciones de autoridad situadas en distintos niveles, apoyándose mutuamente y manifestándose de manera sutil. Uno de los grandes problemas que se deben afrontar cuando se produzca una revolución es el que no persistan las actuales relaciones de poder. El llamado de atención de Foucault va en sentido de analizarlas a niveles microscópicos.

Para el autor de La microfísica del poder, el análisis de este fenómeno sólo se ha efectuado a partir de dos relaciones: 1) Contrato - opresión, de tipo jurídico, con fundamento en la legitimidad o ilegitimidad del poder, y 2) Dominación - represión, presentada en términos de lucha - sumisión. El problema del poder no se puede reducir al de la soberanía, ya que entre hombre y mujer, alumno y maestro y al interior de una familia existen relaciones de autoridad que no son proyección directa del poder soberano, sino más bien condicionantes que posibilitan el funcionamiento de ese poder, son el sustrato sobre el cual se afianza. "El hombre no es el representante del Estado para la mujer. Para que el Estado funcione como funciona es necesario que haya del hombre a la mujer o del adulto al niño relaciones de dominación bien especificas que tienen su configuración propia y su relativa autonomía".

El poder se construye y funciona a partir de otros poderes, de los efectos de éstos, independientes del proceso económico. Las relaciones de poder se encuentran estrechamente ligadas a las familiares, sexuales, productivas; íntimamente enlazadas y desempeñando un papel de condicionante y condicionado. En el análisis del fenómeno del poder no se debe partir del centro y descender, sino más bien realizar un análisis ascendente, a partir de los "mecanismos infinitesimales", que poseen su propia historia, técnica y táctica, y observar cómo estos procedimientos han sido colonizados, utilizados, transformados, doblegados por formas de dominación global y mecanismos más generales.

En Los intelectuales y el poder, Foucault argumenta que después de mayo de 1958, los intelectuales han descubierto que las masas no tienen necesidad de ellos para conocer --saben mucho más--, pero existe un sistema de dominación que obstaculiza, prohibe, invalida ese discurso y el conocimiento. Poder que no sólo se encuentra en las instancias superiores de censura sino en toda la sociedad. La idea de que los intelectuales son los agentes de la "conciencia" y del discurso forma parte de ese sistema de poder. El papel del intelectual no residiría en situarse adelante de las masas, sino en luchar en contra de las formas de poder allí, donde realiza su labor, en el terreno del "saber", de la "verdad", de la "conciencia", del "discurso"; el papel del intelectual consistiría así en elaborar el mapa y las acotaciones sobre el terreno donde se va a desarrollar la batalla, y no en decir cómo llevaría a cabo. En La microfísica del poder indica que "el poder no es un fenómeno de dominación masiva y homogénea de un individuo sobre los otros, de un grupo sobre otros, de una clase sobre otras; el poder contemplado desde cerca no es algo dividido entre quienes lo poseen y los que no lo tienen y lo soportan. El poder tiene que ser analizado como algo que no funciona sino en cadena. No está nunca localizado aquí o allá, no está nunca en manos de algunos. El poder funciona, se ejercita a través de una organización reticular. Y en sus redes circulan los individuos quienes están siempre en situaciones de sufrir o ejercitar ese poder, no son nunca el blanco inerte o consistente del poder ni son siempre los elementos de conexión El poder transita transversalmente, no está quieto en los individuos". Aunque este párrafo pudiera hacer pensar que Foucault disuelve, desintegra el principal tipo de poder, el estatal, o que no lo reconoce, en otro apartado habla del concepto de subpoder, de los pequeños poderes integrados a uno global. Reconoce al poder estatal como el más importante, pero su meta es tratar de elaborar una noción global que contenga tanto al estatal como aquellos poderes marginados y olvidados en el análisis.

Sus obras comentadas:

Historia de la locura en la época clásica
El primer libro importante de Foucault, escrito mientras enseñaba francés en Suecia. Revisa el desarrollo de la idea de locura a través de la historia.
Empieza analizando la Edad Media, en particular el encierro de los leprosos. De ahí, pasa a la idea del barco de los tontos del siglo XV, y luego al repentino interés en las prisiones del siglo XVII en Francia. Eventualmente, se cree que la locura es una enfermedad del alma, y finalmente, con Freud, una enfermedad mental.
Foucault también pone mucha atención a la manera en la que el loco paso de ser aceptado como parte del orden social a un individuo destinado al encierro. También repasa las diferentes técnicas empleadas para tratar la locura, en particular los casos de Philippe Pinel y Samuel Tuke. Argumenta que los tratamientos ofrecidos por ellos no eran menos orientados al control que metodos precedentes. En el método de Tuke, el loco es castigado hasta que aprende a actuar normalmente, efectivamente intimidándolo a volverse como las personas 'normales'. De forma similar, el tratamiento de Pinel consistía en terapia de aversión intensiva, incluyendo tratamientos como duchas heladas y el uso de camisas de fuerza. Para Foucault, este tratamiento equivalía a brutalizar repetidamente al paciente hasta que éste internalizara los patrones de juicio y castigo.

El nacimiento de la clínica
El segundo trabajo importante de Foucault fue publicado en 1963 en Francia. El libro traza el desarrollo de la medicina, específicamente la institución de la clínica. Uno de los temas centrales es el de la observación o mirada atenta (regard).

Las palabras y las cosas
Publicado en 1966, empieza con una extensa discusión de Las Meninas del pintor español Diego Velázquez, en atención a su complejo juego de miradas, ocultamientos y apariciones. De ahí desarrolla su argumento central: que todos los periodos de la historia poseen ciertas condiciones fundamentales de verdad que consituyen lo que es aceptable como, por ejemplo, discurso científico. Foucault argumenta que estas condiciones de discurso cambian a través del tiempo, mediante cambios generales y relativamente repentinos, de un epistema a otro.
Las palabras y las cosas puso a Foucault en el primer plano intelectual de Francia. Jean-Paul Sartre atacó a Foucault como la 'última muralla de la burguesía' a propósito de este texto.

La arqueología del saber
Publicado en 1969, este volumen representa la principal aventura de Foucault en metodología. Lo escribió para lidiar con la percepción que se tenía de Las palabras y las cosas. Hace referencia a la filosofía analítica angloamericana, en particular a la teoría del acto discursivo.
Foucault dirige su análisis hacía la oración, la unidad básica del discurso que considera ignorada hasta ese momento. Las oraciones dependen de las condiciones en las que emergen y existen dentro del campo del discurso. No son proposiciones, ni declaraciones ni actos discursivos. En su análisis, Foucault considera los actos dicursivos serios en cuanto a su análisis literal, en lugar de buscar algún significado más profundo. Es importante notar que Foucault reitera que su análisis es una táctica más, y que de ninguna manera está tratando de desplazar o invalidar otras formás de analizar el discurso.
La postura de Foucault respecto a las oraciones es radical. No sólo elimina cuestiones sobre verdad, sino inclusive cuestiones de significado. En lugar de buscar el origen del significado en algún sujeto trascendental o en relación a las prácticas aceptadas, Foucault niega que el significado tenga importancia alguna en su trabajo. Su estrategia es describir a detalle cómo surgen las afirmaciones de verdad, qué fue lo que de hecho se dijo y escribió, y cémo esto encaja en la formación de los discursos. Quiere evitar toda interpretación y alejarse de los objetivos de la hermenéutica. Esta postura permite que Foucault se aleje del punto de vista antropológico y se enfoque en el papel de las prácticas discursivas.
Renunciar al significado pareciera acercar a Foucault al estructuralismo. Sin embargo, el se rehusa a examinar a las oraciones fuera de su papel en la formación discursiva y también se rehusa a examinar posibles oraciones que podrían surgir de tal formación. De aquí surge su identidad como historiador, pues solo le interesa describir oraciones que de hecho ocurrieron en la historia. Todo el sistema y sus reglas discursivas determinan la identidad de la oración; por lo tanto, no tiene sentido distinguir las oraciones posibles de las ocurridas. Solo las oraciones que de hecho ocurren son las que pueden ocurrir en un sistema discursivo. Así que uno debe meramente describir sistemas específicos que determinan que tipos de oraciones pueden surgir.


Vigilar y castigar

Surveiller et punir: Naissance de la prison, fue publicado en 1975. El libro empieza con una descripción muy gráfica de la ejecución pública del regicida Damiens en 1757. Contra esta, Foucault yuxtapone una prisión gris de 80 años después. Entonces se busca entender como pudo ocurrir tal cambio en la forma de castigar a los convictos en un período de tiempo tan corto. Estas dos formas de castigo tan contrastantes son dos ejemplos de lo que Foucault llama "tecnologías de castigo". La primera, la tecnología de castigo 'monárquica', consiste en la represión de la población mediante ejecuciones públicas y tortura. La segunda, el "castigo disciplinario", de acuerdo a Foucault, es la forma de castigo practicada hoy en día. El castigo disciplinario le da a los "profesionales" (psicólogos, facilitadores, guardias, etc.) poder sobre el prisionero: la duración de la estancia depende la opinión de los profesionales.
Foucault compara la sociedad moderna con el diseño de prisiones llamado "Panopticón" de Jeremy Bentham (que nunca fue construido, pero sí fue tomado en cuenta): en el panopticón, un solo guardia puede vigilar muchos prisioneros mientras el guardia no puede ser visto. El oscuro calabozo de la pre-modernidad ha sido reemplazado por la moderna prisión brillante, pero Foucault advierte que "la visibilidad es una trampa". Es a través de esta óptica de vigilancia, dice Foucault, que la sociedad moderna ejercita sus sistemas de control de poder y conocimiento (términos que Foucault considera tan íntimamente ligados que con frecuencia habla del concepto "poder-conocimiento"). Foucault sugiere que por todos los niveles de la sociedad moderna existe un tipo de 'prisión continua', desde las cárceles de máxima seguridad, trabajadores sociales, la policía, los maestros, hasta nuestro trabajo diario y vida cotidiana.
Todo está conectado mediante la vigilancia (deliberada o no) de unos seres humanos por otros, en busca de la 'normalización'.

Historia de la sexualidad
Hasta antes de la muerte de Foucault se habían publicado tres volúmenes de la Historia de la sexualidad. El primero es el más leído, La voluntad de saber y fue publicado en Francia en 1976. Se enfoca en los dos últimos siglos y el funcionamiento de la sexualidad como régimen de poder, en relación a la emergencia del bio-poder. En este volumen, ataca las "hipótesis represivas", la creencia común de que hemos "reprimido" nuestros impulsos sexuales particularmente desde el siglo XIX.
Los siguientes volúmenes, El uso de los placeres y La inquietud de sí, lidian con el papel del sexo en la antigüedad griega y romana. Los dos fueron publicados el año de la muerte de Foucault, en 1984. Un cuarto volumen que lidiaba con la era cristiana estaba casi terminado a su muerte, pero aún no ha sido publicado.

Disertaciones/Conferencias
Desde 1970 y hasta su muerte en 1984, Foucault dio regularmente un curso de lecturas y seminarios semanales en el Collège de France como requisito para su puesto de académico. Todas estas disertaciones fueron grabadas, y las transcripciones de Foucault también se conservan. En 1997 se empezaron a publicar estas lecturas en francés, que forman parte de su entorno sistemático.


Bibliografía

Obras de Foucault

l96l: FOUCAULT, M. Historia da Locura en la Edad Clásica , SP: Perspectiva, 1978.

1963: _______ Nacimiento de la Clínica , SP: Forense.

1966: _______ Las Palabras y Las Cosas , SP: Martins Fontes, 1981.

1969: _______ Arqueología del Saber , RJ: Forense, 1987.

1970: _______ La Orden del Discurso , SP: Loyola, 1995.

1973: _______ Yo, Pierre Rivière... , RJ: Graal.

1974: _______ La Verdad y las Formas Jurídicas , RJ: PUC/RJ, Depto de Letras.

1975: _______ Vigilar y Castigar , RJ: Vozes

1976: _______ Historia de la Sexualidad ? La Voluntad de Saber , Vol. I, RJ: Graal, 1977

1984: _______ Historia de la Sexualidad ?El Uso de los Placeres , Vol. II RJ: Graal, 1984

1994: _______ Dits et écrits , vol. I, II, III, IV, Paris: Gallimard, 1994.

1994: _______ Resumen de los Cursos Del Colegio de Francia (1970-1982), RJ: Zahar



Gentileza: Antroposmoderno